La electromovilidad de Volvo más cerca del usuario
Esta moderna ciudad adquirió nuevos buses híbridos de Volvo. ¿Nos espera un futuro más “limpio”?

La empresa responsable del transporte público de Bruselas (STIB-MIVB), concretó la compra de 128 buses híbridos Volvo 7900. El objetivo de la capital belga es convertir gradualmente toda la flota de la ciudad en vehículos a propulsión eléctrica. Por eso, además de los buses, el pedido a Volvo incluye contratos de mantenimiento para los vehículos y las baterías.
“Es muy inspirador que Bruselas y STIB-MIVB continúen desarrollando un sistema de transporte público sostenible, incluso en estos tiempos difíciles. La sostenibilidad seguirá ocupando un lugar destacado en la agenda para las ciudades que continúan mejorando. Por supuesto, estamos muy orgullosos de ser parte de este desarrollo. Nuestros buses híbridos son una herramienta importante y versátil para crear un sistema de transporte urbano sostenible y atractivo en el futuro”, dijo Hakan Agnevall, presidente de Volvo Buses.
“La red de buses en Bruselas se está desarrollando rápidamente a lo largo de 2 ejes complementarios: la transición energética y un importante rediseño de nuestras rutas para aumentar la oferta de transporte público en casi un 30% en unos pocos meses. La flota híbrida de Volvo es un componente fundamental que nos permite estar a la altura de este doble desafío. Volvo desarrolló en los años 80 y 90 un excelente antecedente en Bruselas con su serie B59, que permitió una gran evolución en el servicio que ofrecemos a nuestros pasajeros. Estamos contentos de desarrollar aún más nuestra calidad de servicio y reducir significativamente nuestra huella ambiental a través de la nueva serie híbrida Volvo 7900”, manifestó Renaud de Saint Moulin, vicepresidente senior de sistemas de transporte de STIB-MIVB.
El bus Volvo 7900 Hybrid es propulsado completamente por electricidad, de manera silenciosa y libre de emisiones desde la parada hasta 20 km/h. A velocidades más altas, un pequeño motor diésel se activa automáticamente. Las baterías del autobús se cargan a través de la energía recuperada durante el frenado, por lo que no se requiere infraestructura de carga. El consumo de combustible y las emisiones de CO2 son entre un 25 y un 40 por ciento más bajas que en un autobús diésel tradicional. En cuanto a las emisiones de partículas y óxido de nitrógeno, la reducción es del 50 por ciento.