Claramente, las novedades no se encuentran a simple vista. Más allá de las diferencias de equipamiento respecto de las versiones con motor 2.0 biturbo, la principal atracción es su corazón germano que se sitúa debajo del capot. Este motor de procedencia alemana es nada menos que un viejo conocido de la casa, que entre sus glorias supo ganarse un lugar en la historia de la competencia más dura que un vehículo pueda atravesar: el Rally Dakar. Montado sobre el Race Tourage (también se utilizó en modelos de Audi) se impuso en tres ediciones y fue catalogado como uno de los motores diésel más robustos de en la historia de la carrera.

En cuanto al interior, en la plancha nada ha cambiado con respecto al último restyling en 2017. Todo es armonioso y, si bien los materiales son plásticos rígidos, tienen una buena textura al tacto y visualmente. Para dar una idea, nuestra unidad tenía 11.000 km recorridos en diversos periplos y no acusaba grillo alguno. La posición de manejo, por su parte, siempre es un punto a destacar y en esta nueva V6 las butacas, además de mantener múltiples regulaciones eléctricas, muestran una tendencia netamente deportiva, con una impecable sujeción lateral digna de un deportivo.

El volante multifunción, por su parte, cuenta con doble regulación y esconde levas algo diminutas para seleccionar los cambios en modo Sport. Al igual que las plazas delanteras, las traseras también se beneficiaron del tapizado de cuero de estilo deportivo. Solo reprochamos que no tengan una salida del aire para climatizar el área y la poca inclinación del respaldo. El instrumental es analógico y cuenta con un completo ordenador de a bordo con información útil sobre el vehículo en distintos ítems y 100% digital.

No está demás aclarar que este propulsor llega para enriquecer la oferta de la Volkswagen Amarok en Argentina y no para reemplazar los blocks “downsizing” de 140 y 180 caballos. Desarrollado sobre una arquitectura V6, mantiene un cubicaje de 3.0 litros y aporta el avanzado sistema de inyección directa con turbocompresor de geometría variable e intercooler.

El mismo está desarrollado sobre hierro fundido de grafito vermicular compactado, junto a una tapa de cilindros de aleación de aluminio y distribución a cadena situada del lado de la transmisión, que entrega 225 CV a 4.000 rpm con un torque máximo de 56,1 kgm entre las 1.500 y 2.500 vueltas. La potencia es transmitida mediante la eficiente caja automática ZF de ocho marchas y tracción integral permanente con sistema Torsen. A su vez, este motor cuenta con sistema overboost que suma 20 CV plus entre 50 y 120 km/h y hasta los 140 km/h durante diez segundos cuando se solicita una mejor respuesta de sobrepaso.

Aunque parezca mentira, gracias a toda la electrónica y potencia entregada por este V6, la Amarok acelera de 0 a 100 km/h en 8,8 segundos, valor más apropiado para un sedán que para una pick up de casi 2.100 kilos. En cuanto a recuperaciones se necesitan solo 6,3 segundos para el 80 a 100 km/h en Drive. Sin embargo, lo más llamativo del funcionamiento del motor es su elasticidad, gracias al torque que arranca a las 1.500 vueltas. Al viajar en ruta en D8 a unos 100 km/h y al superar a un vehículo más lento, pisando el acelerador a fondo, por lógica la transmisión debe bajar uno o dos cambios, pero este conjunto es sin dudas una maravilla: sale disparada en octava marcha con una contundencia nunca antes vista en una pick up “gasolera”. Eso no es todo porque, además de potencia y aceleración, es torque en su máxima expresión: a 50 km/h viaja en séptima a 1.100 rpm con 450 kg en la caja de carga como si nada.

Como era de esperar el consumo es algo elevado en la urbe, augurando unos 13 litros en plena Ciudad de Buenos Aires y con el aire acondicionado encendido. A 80 km/h en D8 y el motor girando a 1.350 rpm se las arregla con 6 litros, mientras que a 100 el promedio es 8,3 litros, a unas 1.800 rpm.

Una de las particularidades de la Amarok es el logrado confort de marcha y su conducta dinámica a pesar de su tren trasero con eje rígido y tres ballestas (elásticos). Siendo objetivos, el producto de la casa alemana se transformó en la pick urbana por excelencia ya que cumple con las demandas fuera del asfalto y ofrece, a nuestro juicio, el mejor nivel de confort al volante en ámbitos urbanos. Una puesta a punto que otras pick up no lograron igualar hasta el momento.

Sin embargo, y por el perfil que aparenta, esta Amarok se destaca especialmente por su desempeño dinámico tanto por su estabilidad direccional, como por su capacidad para abordar curvas de todo tipo en asfalto o tierra. Sin duda, la Amarok siempre transmite seguridad al conductor.

Por potencia, no tiene rivales directos. La Amarok V6 se presenta en dos opciones: V6 y la V6 Extreme, que agrega llantas de 20” y otros aditamentos, por unos miles de pesos extra. Es decir, el modelo que ocupa estas páginas se ubica por encima de la Highline AT 4×4 con motor 2.0 biturbo y 180 CV. Ahora bien, ¿se justifica pagar esa cifra por detalles de equipamiento y este probado motor de seis cilindros en V? Como se dice en la jerga: “estirate un cachito más”.