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Mujeres camioneras: Cuando un sueño te cambia la vida

Antes de recibir su diploma de Chofer Profesional de Camiones, Elisa tuvo propuestas en firme de trabajo que espera concretar en los próximos días.

Elisa Else tiene 38, es “la rosarina” dentro del grupo de graduadas en el Programa Conductoras (VER NOTA) y tiene una gran historia para contar. Sin tener ningún antecedente de transportistas en su familia, desde chica su sueño fue manejar un camión. Un deseo que le parecía lejano e imposible por varios factores.

“Todos los camioneros que conocía eran hombres”, explica en la entrevista que le realizamos un rato después de recibir su diploma. “Tipos fuertes, seguros, conocedores del tema y con cualidades admirables. En cada contacto que tuve con un camionero en la ruta, me confiaron sus conocimientos, sus experiencias, y me aconsejaron de una manera familiar. Sin embargo siempre seguí pensando que era algo difícil de alcanzar: por ser mujer, por no contar con mucha fuerza física y por no conocer mucho del tema. Pilas, montañas… de miedos que afortunadamente no son reales pero que se generan de las suposiciones y que se convierten en un impedimento para realizar un sueño. Por fortuna, ahora me doy cuenta que, a diferencia de los miedos, los sueños pueden concretarse”.

La vida de Elisa necesitaba un cambio de rumbo y junto con Daniel, su marido y padre de sus hijos (una nena de ocho años y un nene de seis), comenzaron a evaluar qué rumbo seguir. “Hace seis meses, nos propusimos hacer un cambio en nuestras vidas. Hasta ahora nos manteníamos con una academia de conductores de autos, pero manejamos la opción de mudarnos a algún sitio alejado de Rosario, en la zona rural. ¿De qué podríamos a vivir? La opción de enseñar a manejar no entraba en la ecuación. Elaborar pan casero para vender era una alternativa, pero también estaba la chance de seguir con el tema de la conducción y dedicarnos a manejar camiones. Ese fue mi primer planteo del tema, ya que antes jamás le había mencionado a Daniel el sueño que íntimamente atesoraba. ‘Desde que fui chica quise ser camionera, podríamos intentarlo…’, le dije. A partir de allí nos pusimos en campaña, muy entusiasmados, para obtener la licencia E1 habilitante y rendir los exámenes: psicofísico, teórico y práctico”.

Sin tener conocimiento de lo que sucedía en otro sitio, Elisa jamás imaginó que la vida le haría un guiño de confianza a su sueño y le brindaría una excelente oportunidad. “Cuando se lanzó el Programa Conductoras de Scania Argentina, vi la publicación en las redes después de un tiempo de estar promocionándose pero no me llamó demasiado la atención. Creí que se trataba de una maniobra publicitaria, que un concurso así no podía estar abierto al público. Encima, si pensaba que nunca había ganado nada, no me motivaba en absoluto, así que no me anoté. Al día siguiente, último plazo para gestionar la inscripción, Daniel llegó con la novedad que me había anotado sin consultarme, ‘porque ese es tu sueño y vos vas a ganar’, me dijo”.

Sin ejercer la misma fe que su marido, Elisa realizó el examen eliminatorio con pocas esperanzas, ya que le pareció extremadamente difícil. “Paralelamente, inicié igual los trámites para gestionar la licencia E1 por mi cuenta, para poner en marcha el proyecto aunque fuera por otro lado. Al poco tiempo, me mandan de Scania un mail anunciándome que había quedado entre las 12 suplentes del total de las 24 seleccionadas del grupo inicial de 786 inscriptas. Increíble!!! Si bien las posibilidades se incrementaban, no figuraba igual entre las confirmadas para la beca y tampoco sabía cuántas debían defeccionar para poder entrar desde el puesto de suplente”.

Aquí otra vez vuelve a entrar en juego la suerte o un toque especial del destino para nuestra protagonista, ya que tuvo una corazonada en otro momento crucial de la historia. “El mismo día que voy a hacer el curso teórico en la Dirección General de Tránsito de Rosario, decidí informarle a la gente de Scania que ya tenía aprobado el examen psicofísico. ‘¿Quien sabe? Es una corazonada’, pensé y mandé el mail. Inmediatamente me respondieron de la empresa diciéndome que una de las seleccionadas se había bajado y que por tener todo en condiciones podía integrarme al lote de las doce que recibirían la beca. ‘Cada vez que tengas una corazonada, hacele caso a tu cuore’, fue el comentario desde Scania cuando les conté el porqué de la decisión de enviarle el resultado de mi examen psicofísico».

De esta manera comenzó el desafío de participar en el Curso de Chofer Profesional brindado en el Centro de Capacitación de la Fundación para el Transporte. El 20 de octubre, Día de la Madre, se trasladó a Escobar para arrancar con un intenso entrenamiento que culminó con la entrega del diploma. “Tuvimos clases teóricas y prácticas. Aprendimos sobre técnica y mecánica para entender y resolver situaciones puntuales, realizando la misma capacitación que siempre recibieron los hombres. También nos hablaron de cómo debemos cuidarnos para ejercer este trabajo, ya que para ser camionera hay que tener una dieta equilibrada, hacer ejercicio y estar en buen estado”.

Como si de un cuento de hadas se tratase, el sueño de Elisa fue poco a poco tornándose real y es evidente que emociona. A propios y extraños. “Es emocionante porque fue todo muy rápido, en menos de seis meses, desde la decisión de cambiar de vida, de mudarnos, de pensar en otra actividad para ganarnos el pan, de confesar mi sueño, y que paralelamente una empresa tan grande como Scania haya gestado (en ese mismo período de tiempo) el camino para aprovechar esta oportunidad y a la vez cumplir mi sueño, de llegar a obtener el diploma, de convertirme en chofer profesional de camiones”.

¿Dónde estuvo la motivación para conseguir el objetivo? ¿Hubo algo que realmente le costó para conseguir el diploma?, son preguntas que necesariamente debemos encontrarle una respuesta. Y Elisa no duda al afirmar que “la misma fuerza que siempre le admiré desde chica a mi mamá, como su capacidad de llevarnos a mí, mis hermanos y mis primos en un carrito tirado por su bicicleta, era la misma fuerza que se me ocurría necesaria para lograr el objetivo, pero que, al no tenerla, al no sentirla, me impedía cumplir este sueño. Lo más difícil de todo el curso fue subirme. Tomar coraje, valor, conocimiento, fuerza, seguridad para arrancar cada paso, y aceptar cada día que lo que estaba haciendo era para mí, que a pesar de mis temores acá tenía la oportunidad de cumplir con algo que quise desde que tengo uso de razón”.

El esfuerzo de esta flamante “Conductora” tuvo su recompensa incluso antes de recibir el preciado diploma, ya que horas antes de la graduación recibió su primera propuesta de trabajo. “En la semana me hicieron una nota en el diario local de Rosario con motivo de la inminente entrega de los diplomas. Desde una empresa, Transportadora La Pampeana, me rastrearon para convocarme desde Recursos Humanos a una entrevista de trabajo”, exclamó entre lágrimas.

Uno de los principales objetivos del Programa Conductoras de Scania, aquel de reducir la brecha de género existente en el sector del transporte, no solo aplica a quienes manejan un camión, sino que sirvió de motivación para que en esta empresa rosarina optaran por el cupo femenino que el emprendimiento de Scania posibilitó. “Me contaron que solo hay dos mujeres en toda la empresa, la chica que limpia y la encargada de Recursos Humanos. Por eso quieren a toda costa que asista a la entrevista y ver la posibilidad de quedar contratada. ¿Quien sabe? Capaz que mi ejemplo sirva como incentivo para cumplir el sueño de alguien más y también le cambie la vida”. Elisa demostró que quien quiere, puede.

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