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Así era Futurliner, el camión de exhibición más famoso del siglo pasado

En la pasada década del ’30, hubo un camión de exhibición que marcó a una era por su diseño, carrocería, su gama de colores y del que solo se fabricaron 12 unidades.

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Un camión de exhibición de la vieja escuela siempre tenía algo que mostrar, ya sea por su colorida y llamativa carrocería para publicitar algún producto en particular, el diseño que solía remitir a lo que el público debía “comprar” o simplemente porque se trataba de un chasis único.

Uno de los eventos más concurrentes por aquel entonces era la Feria Mundial de Chicago, que en su edición de 1933 tuvo el tema “Un siglo de progreso”, que enfatizaba el color, la iluminación y el avance tecnológico de los electrodomésticos.

El éxito de la exhibición, tanto por la cantidad de público como de novedades, inspiró a Charles F. Kettering, entonces vicepresidente de General Motors, a desarrollar una exhibición móvil que se conocería como el “Parade of Progress” (Desfile del Progreso). El espectáculo itinerante podía ser disfrutado por cualquier persona de forma gratuita y atrajo a millones de asistentes de todo el país.

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La gira inaugural del “Desfile del Progreso” comenzó en 1936. En el centro del desfile había ocho grandes camiones tipo buses Streamliners rojos y blancos fabricados a medida en la planta de GM en Fleetwood que no llevaban personas sino novedades tecnológicas.

General Motors Futurliner, el camión exótico que marcó el comienzo de la era tecnológica

Tras el triunfo del primer Parade of Progress con estos camiones turísticos, General Motors actualizó su flota en 1940, introduciendo un nuevo conjunto de 12 vehículos, ahora más llamativos y grandiosos, conocidos como Futurliner.

Cada camión Futurliner medía aproximadamente 33 pies de largo (10 metros), 8 pies de ancho (2,4 metros) y 11 pies de alto (3,35 metros). Estos imponentes e impresionantes vehículos presentaban un diseño aerodinámico futurista inspirado en el Art Decó. En su interior, exhibían muestras de vanguardia, que destacaban los avances en el transporte, la ciencia y la industria.

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Por sus colores y su altura, se resaltaba aún más la curiosa cabina del conductor, que era central, estaba en la parte superior y que al comienzo fue una verdadera burbuja de vidrio, luego reemplazada por un parabrisas curvo, pero con techo, que protegía a los conductores del calor.

Ese techo tenía una forma extraña, ya que formaba parte de una protuberancia longitudinal que venía desde la cola y terminaba cubriendo el asiento del único pasajero que admitía el vehículo.

Tanto la propulsión del vehículo como la alimentación eléctrica de esas luces y bocinas, provenían del mismo motor de 6 cilindros de 4.9 litros y 145 CV de potencia. El camión Futurliner tenía dos ejes pero ocho ruedas, ya que las delanteras direccionales también eran duales como las posteriores.

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En ambos lados, dos enormes portones se abrían elevando la superficie más grande y bajando la más pequeña como dos viseras, para permitir que desde el exterior se pudiera ver el contenido de cada unidad, como si de un stand se tratara.

Esas eran las dos únicas puertas visibles, pero ninguna de ellas conectaba con la cabina. Para acceder al puesto de conducción se utilizaba otra puerta escondida en una de las esquinas de la trompa, camuflada entre la voluminosa parrilla y las molduras plateadas. En la esquina opuesta, otra abertura similar permitía acceder a una baulera y al tablero de instalación eléctrica para los espectáculos.

El Desfile del Progreso se detuvo cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial. Los vehículos fueron trasladados a Ohio para su almacenamiento y no fue hasta abril de 1953 que el desfile se reanudó, manteniendo su formato de 1940 con vehículos de apoyo y personal compuesto por jóvenes de universidades de todo el país.

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Muchos Futurliners habían sido actualizados y reconstruidos después de permanecer almacenados durante la guerra y fueron rebautizados como modelos de 1950.

Luego de la llegada de la televisión y la perdida de interés por parte del público, GM n continúo con la Parade of Progress, y el destino de los Futurliners varió a lo largo de los años. Algunos fueron donados a la Policía Estatal de Michigan, mientras que otros fueron vendidos a coleccionistas privados o museos. Algunos incluso fueron abandonados o desguazados. Hoy en día, solo se sabe que existen nueve Futurliners, repartidos por todo el mundo.