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Estos 7 camiones americanos son los grandes fracasos del siglo XX

Estos son los 7 peores camiones.

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Los camiones se consolidaron como las grandes soluciones de empresas para el transporte de cargas y productos. Sin embargo, alguna unidad de este listado fue considerada tan mala que la marca prefiere fingir que nunca existió. Estos monstruos mecánicos no solo acostumbraban a sus dueños a quedar varados en la ruta, sino que también vaciaba sus billeteras con reparaciones constantes o alto consumo de combustible. Estos fracasos no fueron en vano, cada desastre sobre ruedas impulsó a los fabricantes a innovar y mejorar. A continuación, descubrí los 7 camiones americanos que fueron un dolor de cabeza para sus dueños.

1 International Harvester TranStar II (1980):

El TranStar II parecía tenerlo todo, un motor potente que prometía mover montañas y un diseño que le hacía voltear la cabeza a más de uno. Pero, bajo esa fachada imponente se escondía un desastre mecánico. Apenas salieron los primeros modelos a la ruta, los problemas de transmisión comenzaron a surgir como una plaga. Eso no era todo, el sistema eléctrico del TranStar II parecía tener vida propia, dejando a los conductores varados en medio de la nada. De esta forma, cada viaje del TranStar se convertía en una ruleta rusa mecánica. Los costos de mantenimiento eran enormes, mientras otros camiones de la época pedían una visita ocasional al taller, este modelo se la pasaba en el taller. Esta pesadilla sobre ruedas llevó a International Harvester al borde del precipicio financiero. Si, una compañía centenaria tambaleándose por un solo modelo.

2 Dodge 50 series (1979):

En 1979 Chrysler decidió apostar fuerte con su Dodge 50 series, este camión mediano prometía revolucionar el mercado con su diseño robusto y supuesta fiabilidad. Pero la realidad fue muy diferente tras su lanzamiento. Los problemas mecánicos empezaron a surgir como hongos después de la lluvia. Los propietarios pusieron su grito en el cielo al tener que llevarlo al taller cada semana y los concesionarios se vieron abrumados por las quejas. Las estadísticas no mentían, la tasa de fallas del Dodge 50 series era tres veces mayor que la de sus competidores directos. Los costos de reparación se dispararon, mientras otros camiones de la época requerían un mantenimiento promedio de 500 dólares al año, el 50 series de Dodge fácilmente superaba los 1500. Este fiasco afectó duramente la reputación de Chrysler en el segmento de camiones.

3 Ford CL 9000 (1986): 

Ford lidiaba con su propio fiasco sobre ruedas, el CL 9000 de 1986 llegó como un titán a las carreteras. A primera vista este camión era impresionante, una mole de acero con líneas agresivas y un motor que prometía alta potencia. Las especificaciones técnicas hacían soñar a cualquier transportista con viajes eficientes y carga récord, pero el CL 9000 era un verdadero glotón de combustible, convirtiendo cada viaje en un desafío para el bolsillo. Las empresas de transporte vieron sus ganancias evaporarse en las bombas de gasolina. Además, la cabina, que debía ser el hogar temporal de los choferes, resultó ser una pesadilla, asientos incómodos y espacio limitado convertían los viajes largos en una prueba de resistencia. Tras estos inconvenientes, muchas flotas decidieron deshacerse prematuramente de sus CL9000.

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4 GMC Astro 95 (1974): 

En la década de los 70 GMC decidió lanzarse al futuro con el Astro 95 de 1974 este camión parecía sacado de una película de ciencia ficción con líneas aerodinámicas y un diseño que prometía revolucionar el transporte de larga distancia. GMC apostó fuerte y equipó con motores de Caterpillar y Detroit diesel. Pero no todo lo que reluce es oro, su aerodinámica que debía ser su punto fuerte resultó ser su talón de Aquiles. El consumo de combustible se disparó dejando a los operadores con la boca abierta al ver sus facturas de gasolina los conductores no tardaron en quejarse. 

La visibilidad era tan limitada que maniobrar el Astro 95 era como conducir con los ojos vendados, el manejo complicado no solo frustraba a los choferes sino que también ponía en riesgo la seguridad, los accidentes relacionados con estos problemas de diseño empezaron a acumularse manchando la reputación de GMC y la compañía se vio obligada a actuar rápido rediseñando el modelo para evitar un desastre mayor. 

5 Chevrolet C 50 (1965):

Mientras algunos fabricantes luchaban con la complejidad, otros se enfrentaban a un enemigo aún más temible, la falta de potencia. El Chevrolet C50 llegó con grandes expectativas pero pronto se encontró atrapado en una batalla cuesta arriba. Este modelo formaba parte de la renovada línea de camiones medianos de Chevrolet en los 60. Sus prestaciones eran prometedoras.

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Amplia disponibilidad de motores y opciones de transmisión que incluían una manual de cuatro velocidades y la automática Power Glide de dos velocidades. Los conductores se quejaban de que el camión luchaba bajo cargas pesadas, especialmente en terrenos difíciles, era como si le hubieran puesto el motor de una cortadora de césped a un tractor. La decepción era inevitable entre los compradores que esperaban un rendimiento digno del nombre Chevrolet.

6 GMC general de 1982 

GMC lanzó el general como su respuesta a la creciente demanda de camiones pesados más eficientes. Su diseño robusto y su imponente presencia prometían conquistar el mercado, pero apenas pisó el asfalto el General reveló su debilidad, un apetito voraz por el combustible que dejaba boquiabiertos a los operadores. Tanto el motor Detroit Diesel 671 como el 6 Moon 92, si bien rugían con fuerza, lo hacían a costa de un consumo exorbitante. Los conductores pronto descubrieron que maniobrar este gigante en entornos urbanos era como intentar estacionar un portaaviones en un garaje. Los costos operativos se dispararon superando fuertemente a la competencia. Además, los problemas de confiabilidad y las averías frecuentes convirtieron al general en el hazmerreír de la industria. 

7 AM General M 915 de 1983 

El AM General M 915 llegó en 1983 con la promesa de revolucionar el transporte con tecnología militar el M915 rugía con un motor potente, pero su transmisión semiautomática de 16 velocidades se convirtió en su peor pesadilla. Esta bestia podía alcanzar los 110 km/h, ¿Pero a qué costo? Los mecánicos civiles pronto descubrieron que reparar esta máquina era como intentar descifrar un código secreto. Los problemas no terminaban ahí, el M915 tenía una quinta rueda fija limitando severamente su capacidad para remolcar ciertos tráileres. Y si pensabas que manejar un camión normal era complicado, el M915 elevaba la dificultad a niveles estratosféricos. Su manejo torpe y poco ágil lo convertía en un dolor de cabeza en cualquier situación, las averías constantes y los costos de mantenimiento astronómicos sellaron el fatal destino del M915. Este titán militar demostró que la Fuerza bruta no es suficiente para conquistar las carreteras comerciales.